Hace algún tiempo, mientras recibía psicoterapia, pensé que ya era curioso pagar los honorarios de alguien que, fundamentalmente, se dedicara a escuchar. (Los catalanes, cuando no estamos produciendo, estamos pensando en cómo ahorrar). La cosa es que me pregunté:
¿Y si inventas un terapeuta que te escuche imaginariamente en tu apartamento? ¿Aumentaré la efectividad del tratamiento con unas sesiones adicionales completamente gratuitas?
Mi mente, que no se conforma con un "poco" si puede pensar en un "todo", consecuentemente, formuló la pregunta inevitable:
¿Podré prescindir del que cobra y avanzar exclusivamente con las sesiones gratis?
El mundo es de los valientes, me dije, y así nació “mi famoso doctor". De modo que ya sabéis que yo, en mi intimidad, tengo conversaciones con mi doctor.
Hace pocos días le comentaba mi inquietud acerca de si aquellas sesiones debían producirse en voz alta o, sencillamente, podían existir sólo en mi imaginación, sin necesidad de llegar a pronunciar las palabras.
Verbalizar, me contestó la voz figurada de mi doctor, verbalizar refuerza los pensamientos, acercándolos más a un plano real. Y tras una leve pausa añadió: relativamente real, en nuestro caso.
Si, claro. Pero verá, doctor, me da la impresión de que, al hablarle a usted en voz alta, también refuerzo la parte patológica. Quiero decir… ¿No está un poco más loco quien inventa una fantasía así y la vive en voz alta que aquel que pudiera imaginarla solamente?
¿Usted piensa eso? Me preguntó, a modo de respuesta.
Mantengo una duda razonable, dije yo. Aquello le pareció muy interesante, por lo visto, aunque en ese momento no supe qué le indicaba. Ni ahora tampoco.
Si un esquizofrénico cree vivir una realidad inexistente, y yo soy capaz de diferenciar entre realidad y ficción, no sufro tal enfermedad. Pero si soy capaz de fraccionarme, dicotomizarme, dividirme y mantener diálogos entre mis partes, debo ser esquizoide.
La preocupación se reflejaba en mi rostro, y entonces, mi doctor decidió tomar las riendas, obligándome a realizar las sesiones en voz alta. Por su bien, me dijo.
Ayer, durante nuestra hora de terapia, sucedió algo espectacular. Le estaba hablando de mi dificultad a la hora de verbalizar sonoramente nuestras reuniones, cuando de pronto me interrumpió bruscamente para decirme:
Acabo de comprenderlo todo. Está moviendo usted la mano izquierda, como acompañando mis palabras. Además, cuando yo hablo sus labios no se mueven. Esté tranquilo, no está usted loco. Lo único que le sucede es que es usted ventrílocuo, pero aún no ha encontrado a su muñeco.
Y me dio el alta. ¿No es estupendo?
¿Y si inventas un terapeuta que te escuche imaginariamente en tu apartamento? ¿Aumentaré la efectividad del tratamiento con unas sesiones adicionales completamente gratuitas?
Mi mente, que no se conforma con un "poco" si puede pensar en un "todo", consecuentemente, formuló la pregunta inevitable:
¿Podré prescindir del que cobra y avanzar exclusivamente con las sesiones gratis?
El mundo es de los valientes, me dije, y así nació “mi famoso doctor". De modo que ya sabéis que yo, en mi intimidad, tengo conversaciones con mi doctor.
Hace pocos días le comentaba mi inquietud acerca de si aquellas sesiones debían producirse en voz alta o, sencillamente, podían existir sólo en mi imaginación, sin necesidad de llegar a pronunciar las palabras.
Verbalizar, me contestó la voz figurada de mi doctor, verbalizar refuerza los pensamientos, acercándolos más a un plano real. Y tras una leve pausa añadió: relativamente real, en nuestro caso.
Si, claro. Pero verá, doctor, me da la impresión de que, al hablarle a usted en voz alta, también refuerzo la parte patológica. Quiero decir… ¿No está un poco más loco quien inventa una fantasía así y la vive en voz alta que aquel que pudiera imaginarla solamente?
¿Usted piensa eso? Me preguntó, a modo de respuesta.
Mantengo una duda razonable, dije yo. Aquello le pareció muy interesante, por lo visto, aunque en ese momento no supe qué le indicaba. Ni ahora tampoco.
Si un esquizofrénico cree vivir una realidad inexistente, y yo soy capaz de diferenciar entre realidad y ficción, no sufro tal enfermedad. Pero si soy capaz de fraccionarme, dicotomizarme, dividirme y mantener diálogos entre mis partes, debo ser esquizoide.
La preocupación se reflejaba en mi rostro, y entonces, mi doctor decidió tomar las riendas, obligándome a realizar las sesiones en voz alta. Por su bien, me dijo.
Ayer, durante nuestra hora de terapia, sucedió algo espectacular. Le estaba hablando de mi dificultad a la hora de verbalizar sonoramente nuestras reuniones, cuando de pronto me interrumpió bruscamente para decirme:
Acabo de comprenderlo todo. Está moviendo usted la mano izquierda, como acompañando mis palabras. Además, cuando yo hablo sus labios no se mueven. Esté tranquilo, no está usted loco. Lo único que le sucede es que es usted ventrílocuo, pero aún no ha encontrado a su muñeco.
Y me dio el alta. ¿No es estupendo?

13 comentarios:
Dicen que cuando alguien se plantea la posibilidad de sufrir una patología psiquica, solo el hecho de plantearselo indica que no hay tal patología, me lo dijo una amiga, jeje.
Me encanta tu artículo, digno de una columna.
Un beso ;)
Conozco a un paranoico esquizofrénico y creedme no es nada divertido, ni inteligente, todo lo contrario, es muy peligroso, así que no todo es de color de rosa o psicodelia.
Yo no soy tan profunda, pero si puedo decir que hace mucho que busco mi armonía mental y todavía no la he encontrado, es posible que nunca llegue ese día? Que viva continuamente en este caos indescriptible y desesperante?
Solo se valora la tranquilidad cuando se pierde...
anónimo: sólo pretendía dibujar una sonrisa al lector, no hacer un diagnóstico, sino proponer un paseo entre letras sin pretensiones psiquiátricas, un juego.
merçe: me intriga saber si nos conocemos? todos perdemos la calma alguna vez ;)
Claro que nos conocemos Andrés,lo que pasa es que no te acuerdas de mí, pero es normal a ciertas edades ;)
Sinceramente, yo estoy como una cabra, pero me encanta, reivindico mi maravillosa locura, unas veces la sufro y la mayoria del tiempo la disfruto. Que sería de este mundo sin ventrilocuos como nosotros? Un aburrimiento!!
Muaaaaakkkksssssss
Pero...tu no acabas de cumplir 17...o eran 27...ya no lo recuerdo, jajaja, será que a los 38 años una ya está vieja.
Tequila!!
¿Vieja tú? Jajaja... ya verás cuando llegues a "los 27" ;)
Chin chin, por tequilas!
Yo tengo un calcetín azul con rayas blancas que te podría servir de primer muñeco. Claro que...La talla es 36 y tu mano es más grande que mi cara :( Seguiré pensando.
;)
"¿Puedo saludar? (Con y sin permiso)¡Aprovecho para saludar a mi mamá, a mi papá, a mi gato y a la tita Cande!"
Jjajajjaja :p
Jajajaja, anónimo! Sólo a ti te permito todo, inluyendo saludar. Me has dibujado una sonrisa en el rostro, como siempre... Gracias! ;)
PD: tu calcetín tiene ojos????
"... cuando una persona es lo bastante afortunada para vivir dentro de una historia, para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen.Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir". P. Auster
Alegría (me he sentido identificada con estas palabras...y tú?)
También, claro... excepto en lo de "bastante afortunada" que creo que merece matices, pero sí... parece que hable de mí Auster, jajaja.
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